no temas, tan solo un poquito...para no perder la costumbre nomás.
Las estrellas son cicatrices en la frente del tiempo,
donde el eco de un grito sin boca se hace canto.
En el tejado del alma, la lluvia de la memoria
golpea los vidrios rotos de un sueño olvidado.
El horizonte es un párpado cansado que se cierra
sobre los ojos ciegos de un sol que nunca existió.
En la espina dorsal del viento, una risa de cristal
se quiebra al tropezar con la sombra de Dios.
Mis manos son raíces buscando el agua del cielo,
mis pies, anclas de barcos que navegan en el desierto.
En el corazón de un reloj sin agujas, una flor de hierro
se abre y se cierra al compás de un silencio muerto.
Somos la tinta de un libro que se escribe en la piel de un astro,
el último verso de un poema que se recita en el abismo.
El latido de un tambor que resuena en un universo hueco,
el grito mudo que despierta al durmiente en sí mismo.
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