Gallo vigía,de noche y de día.
En la encrucijada de la existencia, donde el tiempo se detiene y el alma suspira,
el corazón late al compás de la vida, una melodía que nunca se expira.
Nacemos del barro, de la materia densa, un cuerpo frágil, una morada prestada,
buscando el eco de una luz inmensa, una verdad en la noche estrellada.
Y la mentira se viste de seda y oro, un espejismo que nos ciega y seduce,
nos promete un paraíso, un tesoro, una falsa paz que el alma reduce.
La verdad, en cambio, es una espada afilada, que corta el velo de la ilusión,
desnuda el alma, la deja despojada, pero libre de toda prisión.
La Gnosis susurra en el silencio profundo, un saber ancestral, una chispa divina,
despierta la conciencia, un nuevo mundo, donde lo espiritual y lo material se combinan.
La pasión, un fuego que quema y consume, nos empuja a vivir con intensidad,
es el motor que enciende y asume, la búsqueda de nuestra propia identidad.
Lo material, la tierra que nos sostiene, el pan que nos nutre, el hogar que nos da abrigo,
es la base donde el espíritu se detiene, para encontrar su propio destino amigo.
Lo espiritual, el aire que respiramos, la fe que nos guía, el amor que nos une,
es el anhelo que en el alma llevamos, la esperanza que la vida repone.
Y el equilibrio, esa danza sutil, entre el yin y el yang, la sombra y la luz,
es el arte de vivir, de ser dúctil, de encontrar la paz en la cruz.
Es la armonía entre el cuerpo y el alma, entre la mentira y la verdad,
la sabiduría que nos trae la calma, la esencia de nuestra propia eternidad.
Buenas noches.
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