el árbol que no se deja podar
Bajo el ojo de un cuervo que canta melodías
De cristal y de sal, la sombra se hace flor.
Las palabras se ahogan en mares de armonías
Y el silencio dibuja con tinta de fulgor.
Un reloj sin manecillas mide el tiempo de los sueños,
Donde peces de aire nadan por el cielo sin fin.
Los suspiros olvidados se convierten en dueños
De una llave de hielo para abrir un jardín.
Las ciudades de papel se desvanecen en el viento,
Y los pájaros ciegos observan la verdad.
En el fondo del pozo, un rayo de pensamiento
Rompe las cadenas de la irrealidad.
La razón se ha marchado, el caos toma la palabra,
Y la luna es una lágrima de oro en el altar.
El espejo me mira, pero mi reflejo no habla,
Se ha quedado dormido, esperando despertar.
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