caña del aire
El viento sopló, un DIOS desatado,
y la palmera, su hoja de espada,
no quiso doblegarse a su furia,
sentía en sus fibras la terquedad.
Pero el viento insistió, rugió y sopló,
y la palmera, flecha en el arco,
cedió su tronco, hizo un arco tensado,
que butias disparó, balas al azar.
Y las butias cayeron, esferas dulces,
a los pies de Guti, que de lejos veía.
Y la palmera, resortera del cielo,
le había traído un regalo del tiempo.
El viejo Guti alzó la vista,
miró al viento, a la palmera, y sonrió.
Y en el bar de la esquina,
pidió una caña y al viento brindó.
Comentarios
Publicar un comentario